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  • Risk sharing y costos de incorporar tecnologías

[:pb]La incorporación de tecnologías en el sector salud es un proceso complejo y requiere un estudio detenido. Las Evaluaciones de Tecnologías Sanitarias (ETS) ya cumplen este rol en muchos países y, en Brasil, son obligatorias para que los medicamentos, procedimientos o equipos sean adoptados por el Sistema Único de Salud (SUS). Sin embargo, incluso con todos los pasos necesarios en un ETS, que incluyen análisis técnicos y de economía de la salud, entre otros, la adopción de una nueva tecnología conlleva una serie de incertidumbres.

Especialmente en tiempos de crisis financiera, un nuevo medicamento, procedimiento o equipo se considera un riesgo para la comunidad médica. Una herramienta que puede reducir estos riesgos para las partes involucradas y, así, incentivar la adopción de nuevas tecnologías en el sector, es el llamado risk sharing (contrato compartido o risk sharing). Comprenda más en este artículo.

Qué es el risk sharing

Como se trata de un modelo nuevo, no existe un concepto completamente establecido para el , pero risk sharing, Health Technology Assessement International (HTAi) lo define, brevemente, como un acuerdo entre el productor y el pagador para acceder a una tecnología de acuerdo con ciertas condiciones. Estos contratos pueden utilizar una variedad de mecanismos para abordar la incertidumbre sobre el desempeño de la tecnología, maximizar su uso o incluso minimizar su impacto financiero.

Independientemente de la forma que adopte el acuerdo, el riesgo siempre estará del lado del fabricante o del pagador, y nunca del lado del paciente. La idea, por el contrario, es que el público final se beneficie de la posibilidad de elección y acceso a un tratamiento adecuado, sin perjuicio alguno.

De esta forma, los contratos de risk sharing se pueden dividir básicamente en:

  • Acuerdos financieros – tienen en cuenta únicamente el precio de la tecnología que se va a incorporar, con el objetivo de reducir los riesgos financieros;
  • Acuerdos basados en resultados clínicos: vinculan los valores con el desempeño de la tecnología. En este caso, se requiere la recopilación de datos reales, por lo que el pago del pagador al proveedor de tecnología se realiza en función de los resultados observados. La modalidad es ideal para cuando existe algún tipo de incertidumbre sobre la efectividad del producto o servicio.

Uso de risk sharing en medicamentos contra el cáncer

Una de las razones para utilizar contratos de risk sharing es permitir que los pacientes accedan a determinadas tecnologías sin comprometer la sostenibilidad del sistema de salud, como ocurre con los medicamentos para el tratamiento del cáncer. Un estudio realizado en Italia mostró que el uso de este tipo de contrato resultó en una reducción de 259 días (de 343 a 84) en el tiempo medio de autorización de medicamentos contra el cáncer. Según otra encuesta italiana, uno de cada dos médicos cree en los acuerdos de risk sharing (APR) como el camino correcto.

El uso del risk sharing también puede estar indicado para tecnologías con diferentes indicaciones y aplicarse a diferentes poblaciones. Esto sucede, por ejemplo, con los medicamentos contra el cáncer: en 2014, más del 50% de ellos fueron aprobados para más de un tipo de cáncer. Para 2020, la expectativa es que este porcentaje se eleve al 75%.

Si un mismo fármaco puede tener resultados diferentes según la indicación y la línea de tratamiento, uno podría imaginar que su valor también variaría. Sin embargo, esto no es lo que suele ocurrir y, por lo tanto, abre la posibilidad de que algunos medicamentos nunca se desarrollen para una indicación en particular, ya que no son económicamente interesantes. Los contratos de risk sharing también pueden ser una herramienta importante en esta tarea, ya que se aplican por indicación y, por tanto, contribuyen a la denominada definición de precio por indicación (PPI).

Combinaciones de medicamentos

Otra situación en la que los contratos de risk sharing pueden ayudar a fijar los precios es la combinación de diferentes medicamentos en un solo producto. Esto es importante para enfermedades como el cáncer, el VIH, la hepatitis C y la diabetes, sobre las que hay constantes estudios y, en consecuencia, cada día más combinaciones para probar. Esta importancia es aún mayor cuando se trata de reunir medicamentos de diferentes fabricantes, ya que los riesgos se pueden compartir entre más de una empresa.

La experiencia portuguesa

En Portugal, los contratos de risk sharing ya se han utilizado, por ejemplo, para medicamentos para enfermedades como el melanoma, la artritis reumatoide, la hepatitis C y el cáncer de mama. En el caso de la hepatitis C, el risk sharing trajo beneficios clínicos a los pacientes y, en consecuencia, redujo los costos del tratamiento, ya que la enfermedad comenzó a traer menos complicaciones.

Ejemplo de risk sharing en Brasil

Un ejemplo de la aplicación de este modelo en Brasil fue una asociación entre Unimed São José do Rio Preto y GSK Oncologia, que permitió el acceso de pacientes con cáncer de mama a un nuevo fármaco. En caso de que el tratamiento sea exitoso, el plan de salud paga el medicamento. De lo contrario, el costo depende del fabricante, lo que le da a la industria aún más razones para desarrollar un producto efectivo.

En el contexto de la salud pública, se adoptó el modelo para el nuevo tratamiento ofrecido a los pacientes del SUS diagnosticados de hepatitis C.

Para obtener más información sobre nuestras soluciones para incorporar tecnologías sanitarias, descarga el libro electrónico MAPES: Casos y Soluciones.[:]

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