[:pb]Se sabe que el dinero es un recurso escaso y que el Sistema de Salud es algo sumamente importante y complejo. Cada decisión de los gestores debe tener en cuenta el presupuesto disponible y no sólo la incorporación inmediata de las innovaciones tecnológicas disponibles, ya sean equipos, sistemas, medicamentos o procedimientos. ¿Cómo saber dónde invertir los recursos disponibles para el sector para generar los mejores resultados para el sistema y para la vida de las personas?

Esta pregunta se vuelve cada vez más relevante, año tras año, a medida que aumenta el gasto en el área, tanto en el sector público como en el privado. En Estados Unidos, por ejemplo, el 5,2% del PIB se destinó a la salud en 1960. En 1993, este porcentaje ya había aumentado al 15%, y hay proyecciones de que debería aumentar del 30% para 2030 si las medidas correctivas y las herramientas de gestión (salud basada en valores) no se adoptan rápidamente.

Varios factores contribuyen al aumento de este costo: el envejecimiento de la población, los cambios en los patrones de morbilidad y mortalidad y la aparición de nuevas tecnologías sanitarias.

La Economía de la Salud, especialidad que surgió durante la posguerra en los países desarrollados, tiene como objetivo analizar estas relaciones y proponer soluciones para hacer más eficiente el gasto del sector. Este campo de conocimiento busca analizar la evidencia científica y los estudios clínicos, en contraposición a los costos de una determinada tecnología sanitaria.

Los costos de implementación también son parte fundamental del análisis, señalando que no se trata solo de adquirir equipos, sino también de factores como el mantenimiento y la inversión en personas capacitadas para operarlos.

Evaluación de Tecnologías Sanitarias – ETS

Una valiosa herramienta, que permite una mirada atenta a todos estos factores, ayudando en la planificación de la incorporación de tecnologías sanitarias y en la gestión de recursos en el área es laETS (Evaluación de Tecnologías Sanitarias). Con base en los fundamentos de la Economía de la Salud, esta práctica consiste en analizar documentos, como estudios clínicos y económicos, que sirvan de base para el proceso de decisión. Al planificar la incorporación de tecnologías sanitarias es necesario analizar cuidadosamente todos los factores involucrados, como las necesidades de la población, la seguridad, los costos y la facilidad de implementación, así como los beneficios de la solución propuesta.

La adopción de evaluaciones de salud económica es una realidad en los países desarrollados y está comenzando a extenderse en los países en desarrollo. Para los primeros, es una forma de evaluar si la inversión vale los resultados obtenidos. Estos últimos, por otro lado, deben estar seguros de que están haciendo el mejor uso posible de sus ya escasos recursos. De todos modos, el desafío es: ¿cómo hacerlo?

¡La Economía de la Salud es una necesidad!

El aumento de la esperanza de vida de la población, junto con la disminución de las tasas de natalidad, ha hecho que las enfermedades infecciosas-contagiosas sean menos frecuentes, mientras que la incidencia de las crónicas y degenerativas ha aumentado. También cabe señalar que el coste de la atención médica para los pacientes de entre 56 y 65 años puede ser hasta veinte veces superior al de los de cero a 17 años. ¿Resultado? Mayores inversiones en salud, por medicamentos, pruebas y tratamientos necesarios, tanto en el sistema público como en el privado.

Por tanto, la Economía de la Salud es fundamental para valorar las necesidades técnicas, los resultados clínicos y los costes que conlleva, así como los beneficios que las posibles soluciones tecnológicas traerán a los pacientes y al sistema sanitario en su conjunto, especialmente en situaciones marcadas por crisis políticas y recesión económica. Una nueva tecnología sanitaria no se justifica solo porque parezca eficiente o porque cueste menos que la anterior.

Tomar las mejores decisiones depende de información estratégica y altamente confiable.

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